El príncipe invisible

El príncipe invisible

No había castillos, tampoco carruajes ni dragones. Era un príncipe que andaba por las calles empedradas de esta ciudad presto a ayudar a quien lo necesitara.

Un día vio un niño pequeño que lloraba en el parque porque no encontraba a su mamá. Saltando de un brinco trepó hasta lo alto de una casa en el árbol para ver si alguien lo buscaba y sí, vio a lo lejos una mamá que gritaba su nombre, Tobías era aquel niño a quien ayudó a buscar a mamá.

Era tarde y debía ir a comer y a dormir, por ahí encontró al verdulero que ya cerraba su tienda quien de buen gusto le invitó manzanas y naranjas.

Una vez saciada su hambre se escabulló entre el follaje de aquel frondoso parque que siempre cuidaba, llegó debajo del puente para encender una vela que cada noche siempre lo acompañaba, pero esta vez iba a ser diferente, mientras movía ciertos cartones y maderas saltó un esquivo perrito que de dos ladridos asustó a nuestro amigo, después de mirarse con ligera sospecha, bajaron la guardia y se acompañaron desde ese día, Baco le puso, él había llegado para alegrarle los días solitarios que pasaban sin que mucha gente se diera cuenta que estaba ahí.

Hoy los dos juegan, saltan, ríen y cada día se van a diferentes lugares por el metro de la ciudad. Cuando atardece llegarán y si por ahí los logras ver, un saludo bastará para hacer el día de aventura de Baco y Simón. El es un príncipe, aunque nadie lo note.


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