Un día, el duende de los sueños caminaba por el bosque, tranquilo y sin preocupaciones; todavía era temprano y sabía que recién en la tarde se pondría a trabajar visitando a todos los niños para que puedan dormir. Esa tarde mientras recogía unas plantas para sus pócimas del sueño, encontró una cabaña muy grande cerca del pantano y al lado un ogro que no paraba de trabajar
El duende se le apareció, y el ogro un poco refunfuñando le reclamó por presentarse sin avisar.
-Veo que haces un montón de cosas sin parar a descansar- le dijo el duende
El ogro entendió lo que le decía y aunque no lo conocía empezó a contarle su historia.
Era un ogro que había sido hechizado hace mucho tiempo por una bruja. En la aldea muchos pensaban que era malo y les podía hacer daño, el ogro triste, se vino a vivir al pantano y la bruja, le lanzó un hechizo para nunca más vuelva a dormir, y desde ese entonces, el ogro no puede cerrar los ojos ni de día, ni de noche.
El duende de los sueños muy triste por la historia, prometió ayudarlo y esa tarde después de encender una fogata, el ogro le mostró todos sus libros, que eran como mil, y contándole de qué trataban, ya que todos se los había leído.
Sin darse cuenta el ogro, el duende de los sueños hizo su magia…
-Duerme, duerme-
y el ogro… miraba atentamente sin cerrar sus grandes ojos y mostrando otro libro.
-¡Alakazan, alakazan!-
Y el ogro cayó profundamente dormido, tanto que los ronquidos retumbaban en las paredes. Esta vez su magia funcionó de inmediato.
El duende de los sueños puede ver todo lo que soñamos y sabía lo que ogro estaba soñando mientras dormía, el duende por ratos sonreía y en otro lanzaba una carcajada que no paraba de reir por los sueños del ogro dormido.
Han pasado muchos días y el ogro sigue durmiendo, el duende de los sueños se encuentra un poco sorprendido
-¿Por qué no despierta?- piensa
Parece que hizo demasiada magia o de verdad el ogro no quiere despertar por sus sueños felices.
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Nos encantó los cuentos a mí nieta Isabella y a mí, en especial «La casa del árbol» y «El Ogro que no podía dormir «.
Los leemos a la hora de dormir, gracias.
Andrea e Isabella.