La Cocodrila Alicia y un dulce sueño en la selva

La Cocodrila Alicia y un dulce sueño

La Cocodrila Alicia está muy animada. Acababa de llegar de sus clases de cocina, y cómo era muy aplicada, estaba dispuesta a practicar todo lo aprendido para convertirse en una gran cocinera.

Enseguida llegaría el cumpleaños de su amigo Paolo, el pequeño león que siempre decía que de mayor sería  Rey de la Selva cómo su papá.

La Cocodrila Alicia se estrenaría en su cumpleaños cómo Chef, pues el leoncito Paolo le había pedido que preparase algo  muy sorprendente y especial, cómo corresponde a un futuro Rey de la Selva.

Alicia quería elegir la sorpresa con mucho cuidado, para que a su amigo Paolo le gustara muchísimo lo que ella cocinara.

Todo el día pensaba y pensaba. Podría hacer una tarta con la forma de un león, o bien unos pastelillos que imitaran la silueta de sus huellitas.

La cocodrila Alicia Iba y venía por todo el pantano. Subía hasta su casita y después volvía a bajar. No conseguía decidirse. ¿Qué sería lo mejor? ¿Qué le gustaría más a Paolo?

De tanto andar la venció el cansancio. Cerró los ojos y se quedó dormida en la orilla del pantano, pues gracias al sol de la selva, el agua estaba caliente y la cocodrila se encontraba muy cómoda allí. Tan cómoda cómo los niños en su camita.

En sus sueños encontró a Paolo y se puso muy contenta. Vio cómo su amigo era coronado Rey por su papá, frente a todos los animales de la selva. Sus súbditos gritaban alegres y eufóricos. Ahora Paolo era su nuevo rey, el Rey de la Selva al que todos querían y deseaban lo mejor.

Entre tanta algarabía, Rafa la jirafa carraspeó, antes de tomar la palabra. Es que Rafa era muy listo y sabía hablar muy bien. Dijo así:

-¡Bienvenido nuevo Rey! ¡Bienvenido a su nuevo castillo!

Y de pronto apartó unas hojas de palmera para dejar al descubierto un inmenso castillo construido con lianas, troncos y hojas verdes de mil árboles distintos. Era tan hermoso y grande, que todos los animales se quedaron con la boca abierta, pues en la Selva nunca se había visto nada igual. Aquel sería el nuevo hogar real,  dónde viviría Paolo con su familia y sus amigos más queridos. La sonrisa de Paolo era tan grande y estaba tan orgulloso, que olvidó dónde se encontraba. Se puso de pie sobre el tronco que lo sostenía, tropezó y cayó sobre sus posaderas lanzando un maullido de disgusto, pues en realidad todavía era un leoncito pequeñito y a veces se asustaba.

El susto también se lo llevó la Cocodrila Alicia, que de la impresión se despertó de golpe. Tardó un poco en darse cuenta de que todo había sido un sueño. Suspiró. Todavía se sentía medio preocupada, pero igualmente medio feliz

Y ¿por qué feliz?

Fue porque durante su sueño se le ocurrió una grandísima idea. Ya sabía lo que iba a cocinar.

Haría un enorme castillo de chocolate, para el cumpleaños de Paolo el leoncito, su futuro Rey.

Ahora tengo que conseguir los ingredientes para mi castillo de chocolate- se dijo Alicia. Sin perder más tiempo, salió del pantano y se dirigió al centro de la selva.

No podía esperar ni un minuto más.

¡Manos a la obra!


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