Un cuento de navidad

Un cuento de Navidad

Mientras el trineo de Papá Noel partía desde el polo sur llevando todos los regalos para los niños del mundo, había un regalo que había caído a la nieve cuando el trineo despegó y los renos tomaron una curva a la altura de la primera estrella que encontraron. Se acercaba el día de Navidad…

Pobre regalo, en la nieve y con mucho frío, al sentir que no se movía y que no estaba a lado de los otros regalos, no se puso triste y al contrario se armó de valor para ir a encontrar al niño a quien le pertenecía.

Se lanzó al mar, aunque tiritaba de frío, se juntó a lado de un tronco de madera olvidado que también flotaba y empezaron a navegar, llegó el día y junto a témpanos de hielo avanzaban y avanzaban, tormentas, lluvias y un mar con grandes olas, pero el regalo seguía junto al tronco, llegó la noche ya con las aguas calmadas.

El sol había salido y al despertar, el regalo ya no encontró al tronco que lo acompañaba, de seguro que una ola grande los separó; mientras flotaba y sin darse por vencido vio en el horizonte una pequeña embarcación, un pescador y su hijo pasaban por ahí y al verlo lo recogieron y secaron.

El niño muy curioso decidió abrirlo, pero recordó que papá le había enseñado a respetar las cosas ajenas y mirando la etiqueta, decidieron con papá enviarlo a su verdadero dueño, llegando al muelle lleno de pescados, dejaron el regalo en el correo.

Ya en aquel barco grande, el regalo miraba al cielo, por momentos algunas estrellas brillaban, sabía que cuando una estrella brilla o cae muy rápido es porque está pasando papá noel que de seguro seguía repartiendo los regalos por el mundo, aunque por momentos los extrañaba, sabía que tenía que llegar a su destino.

Después de llegar a una gran ciudad, y subirse nuevamente a un avión, volar toda la noche entre nubes y mitad de luna, el regalo llegó a un pequeño pueblo, allá por las montañas donde solo se podía ver unas cuantas luces, al fin llegó a la casa donde encontrar a su dueño pero no lo podía ver.

Todos los regalos del mundo saben a quién le pertenecen, cuando miran a su dueño, lo ven con un gran resplandor blanco alrededor de él; y el regalo no lo miraba por ningún lado. Había amanecido, todos los niños del lugar habían salido a jugar con sus nuevos juguetes, era Navidad y el regalo no encontraba a su dueño ¿Qué habrá pasado?.

Decidido una vez más, saltó de la mesa a buscarlo, al caer, parte de su envoltura se dañó pero siguió saltando para avanzar, un perro que pasaba por ahí quiso llevárselo a otro lugar pero saltó tanto que pudo escapar. Al llegar a la cima de la colina, miró al fondo del arroyo una pequeñísima luz blanca, pensó que quizá era un destello del riachuelo, pero igual se apresuró a llegar allí.

Al acercarse más a la luz, se dió cuenta que era él, un pequeño pastorcito que paseaba a sus ovejitas, estaba ahí, con su sombrero rasgado y sentado en una roca un poco triste y pensativo, sabía que era él por que la luz blanca resplandecía a su alrededor. Al acercarse con pequeños saltitos llegó a rozar la mano del pastorcito quien al darse cuenta puso una enorme sonrisa y sus ojos brillaron como nunca.

¡Su regalo lo había encontrado! Su regalo no se dio por vencido y lo había encontrado.

Ese día fue la mejor Navidad para el pastorcito y para el regalo, ese día de tristeza se convirtió en una gran alegría que siempre recordarán. Ha llegado la noche y mientras todos duermen el regalo mira al cielo buscando alguna estrella fugaz, de seguro Papá Noel está regresando a casa. Algún día le contará toda su aventura de Navidad.


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