El castillo embrujado

El castillo embrujado

-Muajajajajajajaja!- Decía ese fantasmita que volaba de esquina a esquina, se miraba al espejo y se ponía a reír al ver sus ojotes y su enorme sonrisa, saltaba del piso al techo, de pared a pared… era el día de Halloween en el castillo embrujado -Muajajajajajajaja!-.

Ese día venían muchos niños disfrazados a pedir dulces a la puerta del castillo, que era muy oscuro con árboles sin hojas y telarañas que colgaban, unos murciélagos también volaban en los balcones, eran también juguetones y estaban listos para asustar a todos… -Muajajajajaja-

Ese día el castillo se iluminó con muchas velas, las calabazas mostraban sus mejores risas en la entrada hacia la puerta, por ahí estaba un muñeco de nieve perdido. Todo estaba listo para la llegada de los niños.

El castillo brillaba, las telarañas empezaban a volar, un lobo lanzó un aullido anunciando la llegada de la noche, las puertas rechinaban al abrirse, el piso de madera no paraba de sonar como si alguien caminara con unos grandes tacones, las ventanas del castillo se abrían y cerraban con el viento que silbaba a todo momento y los murciélagos otra vez jugando juntos con los gatos negros… y ¿Dónde estaba nuestro fantasmita?

El fantasmita estaba poniéndose su mejor traje, ese que le regaló papá fantasma de uno de sus tantos viajes a Transilvania, solo faltaban los dulces para regalar.

¿Y dónde estaban los dulces? -Los dulces, ¿los dulces?- La momia entró en pánico, en vez de asustar, estaba asustada… Los dulcessssssssssssssssssssss

Todos estaban tan preocupados en adornar el castillo que olvidaron los dulces, y faltaba poquito para que las campanas sonaran a las seis, y al fondo de la avenida ya se miraban unas luces y varios niños que corrían al castillo, el fantasmita buscaba por todos lados, Frankie estaba buscando en el sótano y no habían… nadie los trajo.

-¡Llegué!- 

Dijo papá fantasma, había llegado justo a tiempo para el inicio de Halloween y al ver a todos muy preocupados por los dulces, fue a su carreta y trajo unas bolsas negras que estaban llenas, todos pensaron que eran disfraces o adornos para la fiesta, pero…

-¡Los dulces!- Llegaron los dulces y todos pudieron volver a reir, eran los mejores dulces que habían visto, unos chocolatines de color, paletas hipnotizadas, gomitas verdes marcianas, caramelos en forma de calabazas y arañas… -Qué dulce terror-

Así empezó Halloween en la fiesta del castillo embrujado, llegaron los niños disfrazados de vampiros, de fantasmas, de hombres lobo, de piratas, de Batman.. jijijijijiji y las niñas de Catrina, de zombies, hasta de la Mujer Maravilla y otros disfraces muy monstruosos que hacían reír a nuestro fantasmita y sus amigos por un día tan especial…

¡A comer dulces, esto no asusta pero divierte!


Foto principal gracias PaperFly / Papelería creativa


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