Es vacaciones y llegamos a la playa. Los tres hemos salido corriendo para llegar al mar por nuevas aventuras, aunque la arena quema, queremos saltar sobre la orilla.
Ahora tratamos de hacer castillos y muñecos
pero solo hemos podido juntar un montón de arena
– Qué difícil es hacer un castillo de arena – refunfuña Matías
– Mejor vamos al agua otra vez – exclama Santiago y se lanza a la carrera
Mientras jugamos en la orilla algo asombroso sucede…
– ¡Un auto! miren un auto en las olas – Sí, aparece un auto en medio de las olas y viene hacia nosotros con sus luces encendidas.
Un auto submarino muy particular, tiene un periscopio arriba y unas aletas a lado de las puertas llenas de estrellas de mar. Ni qué decir de sus llantas, son grandes y con algas de colores.
– Mi nombre es Memo y soy el capitán de este auto submarino – nos dice el niño que viene manejando y ha salido por una de las puertas, nosotros sin palabras solo levantamos la mano y saludamos al nuevo amigo.
– Los invito a pasear por el fondo del mar ¿Vamos? – y nos subimos pronto al auto y en el interior encontramos muchas cosas que usan los navegantes en el mar.
Y bajamos en el auto submarino hasta el fondo del mar, Memo enciende las luces y las llantas se empezaron a mover,
Estamos admirados de tanta agua y de todo lo que encontramos,
– Mira esos peces de colores –
– Y esas algas inmensas sobre las piedras –
– Qué grandes corales –
– ¿Y ese es un tiburón?; Sí es un tiburón – Que susto el que pasamos, pero ya lo perdimos.
– Al fondo veo unas luces, vamos hasta allá –
Memo detiene el auto submarino y dice:
– Si vamos a ver esas luces, aquí empieza la verdadera aventura submarina… Vamos Diego, Matías y Santiago-.
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Excelente