El ratón de los dientes que nos viene a visitar

El ratón de los dientes

-No quiero salir- Decía el diente, aunque empezaba a bailar a lado de los demás
-Si no sales, empezará a doler y Fernando no podrá soportarlo, además el ratón de los dientes no llegará- Exclamaba Doña lengua

-Es que aquí estoy fresco y bien cuidado- Otra vez, decía el diente, aunque un tanto preocupado.

Era un diente de leche, esos que Fernando tuvo desde que nació, estaba al frente y a lado de otro diente canino, ya bailaba cuando lo tocaban con los dedos, pero igual no quería salir.

El ratón de los dientes, que siempre está por ahí, había escuchado muy atento la conversación, sabía que tenía que estar preparado para cualquier momento.

Así que, esa noche comenzó el plan. Mientras dormía Fernando, el ratón de los dientes vino con unos hilos muy delgados y fuertes y envolvió al diente de leche y con ayuda de otros ratoncitos empezaron a jalar lentamente, así hasta el amanecer.

-Mamaaaaaá- llamó Fernando a mamá,

-Mira mi diente, esta mañana saltó y no me dolió-

-Que bueno mi hijo, ahora ya sabes qué hacer- Dijo mamá menos preocupada

Así que Fernando, lleno de entusiasmo y curiosidad, guardó su diente en algodón dentro de una caja, sabía que debía mantenerlo caliente hasta la noche.

La noche llegó, Fernando colocó su diente debajo de su almohada, había tomado mucho chocolate porque quería mantenerse despierto para conocer a ese famoso ratoncito que mamá le contó.

El ratón de los dientes no podía llegar a recoger el diente de leche porque Fernando no dormía, así que llamó al duende de los sueños y con su magia, lo durmió en un dos por tres.

Ahora sí, era momento de recoger el diente… Entró debajo de la almohada y ahí lo encontró, ya estaba con su mochila y ¿Por qué?, Doña lengua ya le había contado quién vendría. Salieron presurosos y antes de saltar de la almohada, el diente volteó a despedirse de los demás dientecitos y de Doña lengua, junto al ratón de los dientes dejaban por un tiempo a Fernando no sin antes dejar una moneda debajo de la almohada como un regalo para él.

Juntos se iban al país de los dientes, allí todos los dientes de leche llegaban a jugar y dentro de unos años debían volver nuevamente para poder salir como nuevos dientes, más grandes y más fuertes.

Hoy en la mañana despertó Fernando y miró debajo de su almohada alegremente, ha encontrado una moneda muy brillante que lo hace sonreír, aunque ahora le falta un diente, sabe que pronto uno nuevo volverá a salir.


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